Hoy quiero compartir contigo mi
pasión por los animales. Siempre me han gustado, y trabajar con ellos
conociéndoles de la manera más personal posible, para así, “entenderles”, era
un proyecto que me nació desde bien pequeño… Hace muchos años tuve la suerte de
trabajar en unas instalaciones donde tuve un trato muy estrecho con diferentes animales
del Mar. (Proyecto cumplido). Me
dedicaba a estudiar la química de sus hábitats y a sus cuidados en general.
Aprendí mucho de éste mundo que hasta entonces era absolutamente desconocido
para mí.
Cuando terminaba mi trabajo
estipulado, en mi tiempo libre, me dedicaba a observarlos sin la presión del
trabajo… un día, mi curiosidad se centró en unos Caballitos de Mar (Hippocampus
sp.) que había en una zona apartada.
Comencé a interesarme por ellos
hasta tal punto, que junto con otro compañero, logramos criarlos. Fue una
experiencia gratificante a todos los niveles, tanto en el ámbito laboral, pues es
una especie muy complicada de criar, como en el personal, y desde luego, jamás lo
olvidaré.
De las cosas que más me llamó la
atención y lo que más me despertó la curiosidad por estos curiosos animales,
fue su tipo de reproducción. La cual la estudié y documenté.
Resulta que se cortejan durante
días, realizando movimientos conjuntos a modo de danzas. En concreto, estos
caballitos son de color amarillo y la hembra cuando entró en celo se volvió
color blanquecino, ver la trasformación en la pigmentación de su piel fue
increíble. Llegado el momento de aparearse, la hembra deposita los huevos en
una bolsa abdominal que tiene el macho, y ahí son fecundados. Aquí es donde
radica lo peculiar de estos animales… desde ése momento el macho es el
encargado de sacar adelante a su prole. Los huevos fecundados eclosionan dentro
de la bolsa del macho y llegado el momento, son soltados al agua ya
constituidos como caballitos de mar, eso sí, en miniatura. En ese momento las
crías son abandonadas por sus progenitores y dejadas a su suerte.
¿Curioso, verdad?
Ver aquellas crías nadando en el acuario y saber que en cierta medida fue gracias a nosotros, fue muy gratificante. Desde luego aprendí mucho; me
encantaba pasar las horas del día sin percatarme en realidad de su paso,
aprendiendo todo lo que era capaz sobre estos animales. Casi todos los días se
ponía el Sol sin ni siquiera darme cuenta. Fue una experiencia que aportó mucho
a mi vida y que siempre llevaré conmigo.
Caballito de mar. (Macho) Alfonso B. C. |
Caballitos de mar. (Hembra y Macho) Alfonso B. C. |
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