viernes, 16 de noviembre de 2018

Comienzo del día

¿Te has parado a pensar que el día lo comenzamos durmiendo? ¿Qué desperdicio, no te parece? El día comienza a las 24 horas, es decir a las doce de la noche y prácticamente todo el mundo o por lo menos la mitad del hemisferio, está durmiendo. 

Yo me considero la excepción a esto, pues a esas horas raras veces duermo; en mi caso, me permito el lujo de comenzar el día leyendo, estudiando, cenando viendo la tele... 

Está claro que lo puedes hacer dependiendo del ritmo de vida que tengas, o a qué hora empieces a trabajar, pero me gusta pensar que empiezo el día haciendo cosas, pues... ¿No tenemos nuevas oportunidades con cada día? 

 

miércoles, 8 de agosto de 2018

Esperando.

Es curioso cómo la rutina genera una falsa estabilidad en la vida. Cada mañana me levanto a la misma hora y hago el mismo "ritual" hasta llegar a la estación y coger el mismo tren, con las mismas personas, hacia el mismo lugar... 

Es gracioso ver cómo te familiarizas con la gente que cada mañana coge el tren contigo, el señor del bigote, la chica de los cascos, el deportista con la bici... todas las mañanas, las miradas se cruzan entre nosotros como diciendo: "vale, estáis ahí, todo va según lo normal". 

¿No te ha pasado nunca?

Esperando el tren.






                                                                      


lunes, 26 de marzo de 2018

¿A dónde vas?


-          ¿A dónde vas? – Le preguntó el Destino al Caminante.

-          A donde yo escoja – Le contestó con cierta irritabilidad.

-          ¡Qué incrédulo! ¿No sabes que yo soy quien crea los caminos? – Le dijo socarronamente.

-          Sí, pero soy yo quién escoge cómo caminarlos, en esto, Tú, no tienes ningún poder sobre Mí – Le espetó el Caminante con educación solapada.


-          Por eso somos UNO – Categorizó el Destino.

-          No estoy de acuerdo – Dijo casi para sí mismo.

-          ¿Ah no? Tu sin mí, no tendrías camino que andar, y yo sin ti, no tendría quien anduviera. El uno, no existiría sin el otro – Le explicó el Destino.

Y el caminante, tras unos segundos de reflexión, prosiguió su camino.   


Estación de tren
 20/03/2018
Foto publicada en National Geographic
Alfonso B. C. 



jueves, 22 de febrero de 2018

El lenguaje de los abanicos



En el siglo XVIII existía un lenguaje no verbal que se extendía por la alta sociedad. En las fiestas de la burguesía, el lenguaje de los abanicos, estaba a la orden del día. Con cada movimiento o posición de éstos, las mujeres mandaban mensajes “ocultos” a los hombres.

Pues bien, el otro día, en pleno centro de la ciudad, recibí uno de estos mensajes, siendo su autora, la mismísima ciudad.

Ya te he hablado de la importancia de mirar hacia arriba cuando estás caminado en una ciudad y de la cantidad de cosas que la gente se pierde por ir andando mirando al suelo.

Haciendo caso de mis propios consejos, levanté la vista y a través de un “abanico”, descubrí un impresionante y bonito edificio que pasó desapercibido para el resto de la gente que me acompañaba.

Hoy quiero compartir contigo el mensaje a través del abanico de la señorita Ciudad. 


Abanico en la ciudad.




02/2018
Alfonso B. C.
Foto publicada en National Geographic













lunes, 12 de febrero de 2018

Una simple sonrisa.



Hace un tiempo, en una tienda vi un cartel que me llamó la atención pues contía un corto pero directo mensaje. Lo que decía encerraba mucho más de lo que a simple vista parece.

El lenguaje no verbal, es un tema que desde hace muchos años me llama la atención, es un tema súmamamente interesante y que lo respalda numerosos estudios científicos.

Te invito a que si en algún momento tienes la oportunidad de ver o leer algún reportaje sobre este tema, no dejes escapar la oportunidad.

Cada cultura tiene sus propias normas y protocolos, pero hay una cosa que es Mundial, un gesto sencillo que puede cambiar el estado anímico de una persona.

Es capaz de trasmitir fuerzas en momentos de debilidad, alegría en momentos tristes, confianza en momentos de dudas, compañía en momentos de soledad, incluso decir algo, sin emitir ni una sola palabra.

Y es… ¡la SONRISA!
 
Alfonso B.C.