domingo, 12 de marzo de 2017

Nadar con tiburones.

Desde siempre me han dado miedo los tiburones, quizá porque vi demasiado “pronto” la película “Tiburón”; Que he de decir, que me parece un clásico indispensable de Steven Spielberg; una película que recomiendo sin lugar a dudas.

El caso, es que ése miedo, con el avance del tiempo se ha ido convirtiendo en admiración. Y un proyecto que cumplí hace unos años era nadar con tiburones… Sí, sí, me he bañado con tiburones… En cuanto se me presentó la oportunidad, ni lo dudé un segundo, me enfundé el traje de neopreno y me metí en el agua donde me esperaban dos tiburones… bambú.

Este proyecto cumplido lo llevé a cabo con un as debajo de la manga, seguramente cuando te he dicho que me he bañado con tiburones, te has ido al medio del océano y me has visto metido en esa jaula de barrotes blancos donde un gran tiburón blanco es atraído con un cebo… bueno, tengo que decirte que no fue del todo así, aunque la afirmación de que me he bañado con tiburones, es real.

Como ya sabes, tuve la suerte de trabajar en unas instalaciones donde entre toda la fauna y flora marina, los escualos no eran una excepción. Cada cierto tiempo se tenía que hacer mantenimiento integral de los tanques grandes y eso conllevaba meterse en ellos.

Uno de los días, tocó el turno al tanque, el cual, era el hábitat de dos tiburones bambú, unos escualos de talla pequeña, que rara vez superan el metro de longitud, y cuya agresividad brilla por su ausencia. Así pues, me puse el traje de neopreno y me metí a realizar el mantenimiento que correspondía… una vez finalizado mi trabajo, me tomé unos minutos para disfrutar de su presencia y comencé a nadar y a observar aquellas maravillas marinas. Me rodeaban y me permitían acariciarles, fue una experiencia muy gratificante e impresionante pues no dejaba de estar acariciando a tiburones.

Aquellos dos escualos nadando a mí alrededor, yo debajo del agua sin oír absolutamente nada a excepción de mi propia respiración… consiguieron que durante un rato, el planeta, las preocupaciones y los pensamientos recurrentes, se volatilizaran dejando sólo espacio al disfrute de aquel momento.

¡Una experiencia que volvería a repetir!
 
Tiburón bambú.
Alfonso B. C.
 
 
 
 
 
 
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario